«El color se apodera de mí. No tengo que perseguirlo. De todos modos se apoderará de mí (…) El color y yo somos uno. Soy pintor”, escribe Paul Klee poco después de su llegada a Túnez. Íntimo, inseguro, pero sin duda, asombrado.
Era 1914, Paul Klee no viajaba solo, le acompañaban los pintores August Macke y Louis Moilliet. Un viaje que solo duró 14 días. Catorce días que cambiaron a Paul. Catorce días que cambiaron el arte moderno.
El pintor, un alemán de origen suizo, antes de su viaje a Túnez, descuidó el color en sus obras, considerándolo un elemento decorativo, no un medio para lograr sus objetivos, no una forma de expresión. Sin embargo, su reticencia hacia él se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos. Como un colibrí que aparece y desaparece ante los ojos del espectador, Paul Klee ya no opuso resistencia al color. Ahora se sumergió en él.
Había algo especial en los cielos tunecinos, en las calles, en los edificios, en la gente. Ese calor mediterráneo lo embriagaba, apenas pensaba, lo poseía y se ponía a pintar. Como quien necesita aire para respirar, Paul Klee necesitaba sus acuarelas para expresar todo lo que sentía.
Es el color, en todas sus formas, lo que mantiene a Paul Klee insaciable, dispuesto a capturarlo, sin permitirle escapar. Túnez ha vuelto a hacer su magia, ha cambiado de artista. El que alguna vez escribió inseguro, casi tímidamente en su propio diario, ahora es “pintor”.
Pero Paul Klee no solo captura el color (o se deja capturar), captura el movimiento, la luminosidad, la vida que lo rodea.
Así nació un cubismo con colores tan especiales, tan únicos, que cambiaría no solo al pintor y sus compañeros de viaje. A su regreso, cambiaría las armonías cromáticas establecidas, influiría mucho en sus contemporáneos, transformaría los nuevos movimientos artísticos de la época.
Túnez le había abierto los ojos y las puertas a un nuevo camino en su carrera, Paul Klee había entendido que era necesario seguir viajando, experimentando, rodeándose de otros artistas.
Quizás Túnez no sea solo color, Túnez es un lugar magnético que cambia a quienes tienen la alegría de dejarse atrapar por su magia. Aquellos que desean el cambio y lo esperan pacientemente. Túnez es energía en estado puro que solo atrapa o se deja atrapar por el espectador que la anhela. ¿Quién quiere beber de él como lo hizo Paul Klee una vez?
Texto de Inés Tell, para Herdes Magazine
LAS MARAVILLAS DE TÚNEZ: Un viaje al corazón de Túnez
The Tunisian Wonders, un editorial de moda de The Tunisian Issue Vol. VIII de Herdes Magazine que presenta piezas de Yolancris de la colección FW20.
Fotografía: Yoye
Herdes Magazine
Estilista: Carlos Marán
Asistente de estilismo: Clàudia Roca
Maquillatge y peluquería: Gloria Rico
Retoque: Harrison Medeiros
Modelo: Bianka Szilágyi